Las fases de producción de una joya "industrial", desde la compra de materias primas hasta su venta, afectan inevitablemente al coste final del producto, que sufre el recargo de toda su cadena de suministro -materias primas, fábrica, mayorista, minorista, tienda y cliente final- y, por tanto, nunca es más barato que una creación artesanal.